A reforzar nuestras defensas!

Todo el tiempo nos sentimos decaídos, con signos como cansancio mayor del habitual, heridas que tardan en cicatrizar, labios secos, dolores musculares sin haber practicado ejercicio o fragilidad del cabello, que delatan que las defensas de nuestro organismo están bajas.

No está de más decir que lo ideal sería evitar hábitos y situaciones que puedan debilitar nuestro organismo, pero una alimentación adecuada también puede ayudarnos a superar épocas duras, pues permite reforzar el sistema inmunológico, que nos protege de bacterias, virus y otros organismos patógenos.

Para los que no lo sabían, aparentemente la ingesta energética influye muchísimo en la actividad inmunológica, tanto por exceso como por defecto de calorías. El aporte excesivo de energía puede afectar a la capacidad del sistema inmunológico de combatir infecciones, por lo que la obesidad está ligada a una mayor incidencia de enfermedades infecciosas.

Además, las personas obesas son más propensas a desarrollar enfermedades cardiovasculares que, a su vez, están relacionadas con alteraciones de la función inmunológica. Pero también las personas desnutridas presentan un mayor riesgo de contraer infecciones, al igual que quienes siguen dietas de menos de 1.200 calorías al día u otros de mayor número de calorías pero desequilibrados, ya que esas dietas pueden hacer disminuir la función inmunológica.

La reducción de las grasas en la dieta no sólo es fundamental para controlar el peso, sino también para el óptimo funcionamiento del sistema inmunológico. Parece ser que las dietas ricas en grasa reducen la respuesta inmunológica, aumentando así el riesgo de infecciones. Por lo tanto, si se reduce el contenido de grasa en la dieta, la actividad inmunológica aumenta. No obstante, no es sólo una cuestión de cantidad, la procedencia o calidad de las grasas que introducimos en nuestra alimentación cotidiana también es importante. Conviene incluir en nuestra dieta pescado azul, frutos secos, aceite de oliva y girasol o soja o aceite de linaza para asegurar un aporte equilibrado de diferentes grasas esenciales para la salud.

Sabías que? Consumir regularmente productos lácteos fermentados -como yogur - contribuye, asimismo, a aumentar las defensas inmunológicas. De hecho, hay estudios que demuestran que quienes toman regularmente leches fermentadas presentan, además de una mayor resistencia a los microorganismos que provocan las intoxicaciones alimentarias, un mejor estado del sistema inmunológico.

Se recomienda:

  • Realizar de forma regular actividad física de intensidad moderada (caminar a paso ligero, nadar, bicicleta, etc.).
  • Seguir una dieta variada, basada en alimentos frescos y ricos en vitaminas y minerales.
  • Aprender a llevar un ritmo de vida más relajado y a evitar el estrés, uno de los principales enemigos de nuestro sistema inmune.
  • Recurrir a los baños de temperatura alterna (fría, caliente) que estimulan la circulación sanguínea y linfática y fortalecen el organismo.
  • Cuando la dieta no es equilibrada, cabe la posibilidad de recurrir a complementos dietéticos, siempre bajo la prescripción de un profesional, teniendo en cuenta que al mismo tiempo se deben mejorar progresivamente los hábitos alimentarios.
  • Emplear, si es necesario, plantas medicinales que ayudan a reforzar la inmunidad (equinácea, tomillo, escaramujo, ajo, hojas de grosello negro, espino amarillo, etc.).
  • Dormir el suficiente número de horas para favorecer el correcto funcionamiento de nuestro sistema de defensas.

Mantener el sistema inmunológico en buen estado requiere un consumo constante de todas las vitaminas y minerales necesarios, para ello hay que asegurarse de seguir una dieta equilibrada que incluya variedad de alimentos en las cantidades adecuadas.

Vitamina C: Fuentes alimentarias: Guayaba, kiwi, mango, piña, caqui, cítricos, melón, fresas, bayas, pimientos, tomate, verduras de la familia de la col, frutas y hortalizas en general.

Vitamina E: aceite de germen de trigo, aceite de soja, germen de cereales o cereales de grano entero (pan, arroz y pastas alimenticias integrales, etc.), aceites de oliva (principalmente, el virgen extra de primera presión en frío), vegetales de hoja verde y frutos secos.

Vitamina A: hígado, mantequilla, nata, huevo y lácteos completos.

Fuentes alimentarias de beta-caroteno: cuando el organismo lo requiere, se transforman en vitamina A. Presente en verduras de color verde o de coloración rojo-anaranjado-amarillento y algunas frutas (albaricoques, cerezas, melón y melocotón…).

Obesidad y discriminación.



Está de más decir que este blog está absolutamente en contra de la discriminación, especialmente en lo que se refiere a la obesidad. Por eso este artículo está dedicado a todas aquellas personas que alguna vez se sintieron discriminadas por ser obesas o por tener sobre peso, es hora de abrir los ojos y ver la realidad en la que pasamos y dejamos pasar!

La discriminación no sólo se ve en el rechazo de la gente, la presenciamos en las calles, escuelas, en el trabajo, en el micro, en las tiendas de ropa, en los cines, en el teatro. El obeso se siente excluido al viajar en micro (en algunos lugares deben pagar por 2), a la hora de vestir (no fabrican su talla) o concurrir a ciertos lugares públicos, ya que no existen asientos adecuados, de esta manera muchos optan por prohibir la entrada al obeso con la excusa de que la infraestructura del lugar no es adecuada para ellos. "La casa se reserva el derecho de admisión".

Lamentablemente vivimos en una sociedad que sobrevalora la belleza física. En donde la delgadez es el símbolo de perfección y poder, por lo que muchas personas ponen en riesgo su salud para entrar dentro de los cánones de belleza.

Las niñas de 12 años dejan de comer, los niños de 13 años se inyectan hormonas, cambian y cambian su cuerpo, para lograr la aceptación y evitar ser rechazados, imaginen ponerse en los zapatos de un niño obeso?

Se le considera al obeso como aquello a lo que se tiene miedo y no se quiere llegar a ser, y por más que cueste creer, comienza la discriminación en la escuela: quien no tuvo alguna vez un compañerito/a discriminado por su sobrepeso y fue excluido directamente del grupo por ser diferente?

Los obesos sufren constantemente la discriminación de una sociedad que no está adaptada para ellos, que los rechaza y los humilla.

Para los que no sabían, la obesidad es una enfermedad que necesita tratamiento, se suele pensar 'que está gordito porque quiere', 'que no tiene voluntad' o 'no quiere adelgazar'.

Se ve al obeso como un rechazado que no puede lograr un objetivo “bajar de peso” como alguien con falta de voluntad y compromiso, un prejuicio incierto e infundado. No se puede excluir al obeso hasta que tome la decisión de recuperar su salud.

Muchos hasta inclusive, perdieron sus trabajos, con la famosa excusa de que es una enfermedad que condiciona el desempeño de algunas actividades. Y si, esto puede ser cierto en algunos casos, pero hay muchas tareas que pueden desarrollar personas obesas o delgadas por igual. La obesidad no afecta la capacidad intelectual.

La sociedad debe aceptar y respetar a la persona excedida de peso y brindarle las mismas posibilidades que al resto de los individuos. La sociedad somos nosotros, y hoy podemos empezar a cambiar, a valorar y respetar a todos por igual. Empecemos en casa, con nuestras familias, con nuestros hijos.

A continuación, les dejo un video sobre la discriminación en la obesidad, espero que les guste





Síndrome Metabólico.

Hemos escuchado hablar del síndrome metabólico más de una vez, y lo seguiremos escuchando con más frecuencia ya que se relaciona con las enfermedades más comunes en la actualidad.


· El síndrome metabólico, también llamado síndrome X, es un conjunto de signos clínicos que conllevan a una situación de resistencia a la insulina, que puede tener relación con una serie de trastornos:

o Elevación de los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre.

o Descontrol en los niveles de glucosa en sangre.

o Obesidad

o Hipertensión.

¿Qué relación existe entre los niveles de colesterol y el síndrome X?

· Al producirse la resistencia a la insulina, los órganos y tejidos dejan de responder favorablemente a ella, por consiguiente la glucosa no puede ingresar a las células para poder ser metabolizada como combustible.

· Esta situación lleva aparejado un aumento de glucosa en sangre, lo que implica la síntesis de lípidos a partir de sustancias no grasas, denominado liponeogénesis, este proceso aumenta la formación de colesterol LDL y triglicéridos a nivel hepático, los cuales son liberados al torrente sanguíneo, produciéndose un aumento de los valores de concentración.

· Esta situación favorece la formación de placas de ateromas en las paredes arteriales, aumentando de esta forma el riesgo de sufrir una enfermedad coronaria.

Por ello, para poder contrarrestar esta relación entre los niveles de colesterol y el síndrome metabólico, se deben poner en práctica una serie de medidas terapéuticas, en donde el tratamiento dietético es de gran importancia. Éste debe ser acompañado por actividad física y la medicación que el médico crea conveniente para cada persona.

¿Qué lo ocasiona?

La causa exacta del síndrome metabólico no se conoce, pero entre los factores que contribuyen a que se presente esa condición son: la genética, el exceso de grasa (especialmente alrededor de la cintura) y la falta de ejercicio.

Síntomas

El síndrome metabólico se caracteriza por los siguientes factores de riesgo.

Gran cantidad de grasa abdominal: Si un hombre tiene más de 101 cm de cintura (40 pulgadas) y más de 89 cms las mujeres (35 pulgadas).

Baja Lipoproteina de alta densidad o HDL (Colesterol bueno): Menos de 40mg/dl en los hombres y menos de 50 mg/dl en las mujeres.

Si los triglicéridos se encuentran elevados (niveles de grasa en sangre): 150 mg/dl o más.

Presión sanguínea alta: Si presenta una presión sanguínea de 135/85 o más, o si actualmente está tomando medicamento antihipertensivo (reducir la presión) Hiperglicemia (azúcar en sangre elevada): Si usted presenta una glucosa de 110 mg/dl en ayunas o más.

La mayoría de las personas que tienen el síndrome metabólico, son personas que se sienten saludables y es posible que no tengan síntomas. Sin embargo, están en riesgo de desarrollar enfermedades graves, como la diabetes y males del corazón.

Diagnóstico

El diagnóstico de síndrome metabólico se establece si usted tiene tres o más de los factores de riesgo antes mencionados.

Si es así, esto nos indica que el cuerpo tiene resistencia a la insulina, una hormona importante producida por el páncreas. Esta resistencia a la insulina significa que se necesita más insulina de la normal para que el cuerpo continúe funcionando y para conservar el azúcar en la sangre a un nivel saludable.

Tratamientos y Recomendaciones

Se puede presentar un síndrome metabólico si no realiza alguna actividad física con regularidad. Si ha aumentado de peso especialmente alrededor de la cintura, si existen antecedentes de diabetes en su familia, o si usted es hipertenso o tiene niveles altos de grasa en la sangre.

Hay que iniciar con aumentar la actividad física y bajar de peso. O sea hay que cambiar el estilo de vida antes de que se presenten complicaciones serias.

El uso de fármacos (medicamentos) está indicado para tratar los factores de riesgo, tales como la presión alta o un nivel elevado de azúcar en la sangre.

Es importante tener presente la necesidad de realizar análisis de sangre en forma periódica, para prevenir este tipo de situaciones y evitar complicaciones futuras.

Cuando se produce un síndrome metabólico diferentes parámetros clínicos se ven alterados, por ejemplo:

· Colesterol.

· Triglicéridos.

· Insulina.

· Glucosa.

Esto conlleva a aumentar significativa la posibilidad de padecer de algún tipo de complicación cardiovascular. Para que esto no ocurra es necesario saber cómo tratar este síndrome:

· Debes realizar una dieta que contenga mucha fruta, verdura, cereales integrales, eliminar alimentos grasos como snacks, amasados de pastelería, galletas, etc. Además debes evitar el alcohol.

· Comienza a practicar actividad física, esta te ayudará a perder peso, controlar tus niveles de triglicéridos, colesterol y glucosa en sangre.

· Cambia tu estilo de vida, aprende a manejar el estrés. Aléjate de situaciones conflictivas.

· Debes tomar la medicación que te brinde el médico, para controlar todos los factores de riesgo, ya sean la tensión arterial, el colesterol o niveles altos de azúcar en sangre.

· Debes visitar regularmente al médico, para hacerte chequeos y controlar tus parámetros clínicos. De esta forma te estarás adelantando a la existencia o no de una posible complicación.